Friday, April 13, 2007

Filosofia de la mezquindad y algunas herramientas para librarse de ella

Fragmento de libro Cómo Organizar la mente y ser un pensador supranivel del doctor Octavio Féliz Vidal, en proceso de impresión.

Una mentalidad para lograr los resultados aprende a no ser mezquino. El mezquino no le gusta dar, aún de lo que no tiene. Para una persona recibir grandes cosas de la sociedad tiene a su vez que darle previamente. La sociedad espera de los emprendedores que le faciliten gran cantidad de empleos a los desempleados, espera ver la sociedad crecer su capacidad infraestructural con las edificaciones que hacen estos emprendedores; también desea la sociedad que los emprendedores se organicen financieramente para que le aporten utilidades y paguen impuestos. Quien se resiste a estos deseos de la sociedad es posible que no logre desarrollar un gran proyecto.

Es necesario favorecer a otros en el proceso de buscar la mejoría propia. Un industrial está en la capacidad de ofertar porcentajes de venta por encima del 25% de sus productos con el objetivo de conseguir distribuidores que hagan que su producto llegue a la gente. Pero tiene que dar un porcentaje para la publicidad, para la promoción, etc. Tiene que devolverle a la sociedad en colaboración parte de sus ingresos. Cuando un industrial realiza esto sus productos tienden a ser siempre adquiridos por la gente.

Las mentalidades mezquinas al pensar que tienen que dar a otros, mejor prefieren no realizar un negocio. Su mente se atormenta con imaginarse repartiendo lo que no tienen aún, y mejor "no hacen nada" para que otro no se beneficie, según ellos creen, más que ellos cuando el negocio ha sido diseñado quien tiene la personalidad mezquina.

Sólo con una mentalidad sin mezquindad es posible valorar los resultados ante todo. Y educarse en el logro de los resultados, sin ser obstaculizado por los prejuicios o nuestra forma de pensar. Un mezquino prefiere no sembrar cuando hay la posibilidad de que un hambriento se coma algunos de sus frutos. Por no sembrar luego pasará hambre por no realizado la siembra. Y es sorprendente que, en algunos casos, hay un nivel de mezquina felicidad que dice que "mejor paso hambre con tal de que ese vago no se aproveche de mi trabajo".

Existe mucha gente que tiene muy en cuenta el que alguien se pueda aprovechar de su trabajo. Este sentido de ver la vida es casi siempre mezquino, porque tiende a someter a las personas en la inacción. Quien tiene no debe temer darle a los demás, y mucho menos cuando los otros participan y colaboran con las metas propias.

Cuando utilizamos el pensamiento supranivel y vemos el mundo de manera global, es más fácil que pensemos en resolver problemas del grupo, aunque algunas gentes, en nuestra opinión, no trabajaron lo suficiente o no se merecen el resultado que se espera. El pensamiento supranivel se plantea buscar resultados y el logro de haber resuelto problemas de la mayoría.

En las comunidades el pensamiento mezquino puede ser un enemigo perjudicial. Hay personas que deciden dejar de hacer algunas actividades para el bien común porque algunos enemigos se podrían beneficiar. En ocasiones esos individuos son contrarios políticos. En las naciones con niveles de desorganización los partidos políticos se lanzan obstáculos unos a otros, aunque perjudiquen los intereses nacionales. Otro procedimiento mezquino es no reconocer cuando alguien hace algo bueno por la sociedad o la comunidad.

Debemos recordar que Dios hace salir el sol para buenos y malos. Que sería de los buenos si Dios, enojado con los malos, decidiera que el sol no salga para los malos. Se perjudicarían todos a la vez. La naturaleza es eminentemente pródiga. El agua es abundante, los frutos son abundantes, el oxígeno, los minerales, los gases diferente al oxígeno, la luz del sol, el verdor del campo: Tanta abundancia no debe recrear en nosotros un comportamiento mezquino. El comportamiento mezquino es propio de la pobreza espiritual de la gente. Provéase abundancia de algunas cosas que le sean posible para que se sienta con capacidad de dar a otros. Dar a otros es un antídoto contra la mezquindad. Y quienes no son mezquinos terminan generalmente acumulando más riquezas materiales y espirituales que quienes son mezquinos.

Edúquese en regalar a sus seres queridos y amigos. El mezquino se ha impuesto el prejuicio de que para regalar se necesitan obsequios caros. Quien no es mezquino siempre tiene algo que regalar. Un dulce exquisito, hecho con sus manos; una suculenta comida, a la cual invita a un amigo especial; una flor; un objeto sencillo y bonito que compra para alguien. Cuando puede regalar buenos y caros regalos también lo hace, o diría que es quien lo hace; porque el mezquino cuando tiene los recursos para hacer ese tipo de regalos acude a sus tantos prejuicios mezquinos para no dar.


Una mentalidad organizada mata la mezquindad y se educa para la abundancia. Se procura la abundancia porque le gusta compartir. Siempre está feliz porque dar, da felicidad. Y se educa para ser feliz cuando da y brinda felicidad al que recibe.

También se debe mencionar que el acto de dar no solo debe involucrar objetos materiales. Cuando negamos brindarle nuestro calor humano a los demás adoptamos comportamientos mezquinos. Cuando le negamos la sonrisa a un niño, actuamos con mezquindad. Cuando le negamos un saludo agradable al ser humano, que nos pasa por el lado, actuamos con sentimientos de mezquindad. Y que decir de negar el amor, de negar la fe, o de matar la esperanza. Son actos mezquinos que hacen llorar las esencias de la humanidad y la convivencia humana. Todos los sentimientos sanos deben ser compartidos con los demás: aquellos sentimientos que provocan en los demás el amor, la paz espiritual, la alegría, el gozo y la confianza.

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